Y es que desde que cayó en las manos de mi pequeñajo la E-PM1 y tuvo una muerte de forma impactante la he echado bastante de menos.
Está bien tener un equipo principal con el que hacer fotografía muy seria, pero la mayoría de las ocasiones quiero hacer fotos a la familia y al peque y es bastante complicado (y llamativo) salir con una cámara y un objetivo que pesan alrededor de los dos kilos.
La gente, se fija en uno e incluso en algunas ocasiones se te acercan porque les puede la curiosidad. En mi caso, esto hace que me ponga nervioso y no sea capaz de concentrarme en lo que realmente quiero, sacar buenas fotos al peque para que cuando sea grande pueda recordarse.
Así que echaba mucho de menos esa pequeña E-PM1 y después de muchos meses dándole la tabarra a mi mujer, decidió regalármela para mi cumpleaños. Toda una sorpresa.
Aparte de comprobar cómo ha cambiado la tecnología he decir que tener un visor electrónico me ha sorprendido. Mucho.
Ya sabía de lo que era capaz, porque había leído mucho sobre ella, pero eso no quita la sorpresa que ha sido en varios aspectos. El enfoque, por encima de todos.
Prácticamente tener un 100% de acierto con un pequeñajo que no se está quieto ni un solo segundo dice bastante sobre las capacidades de la máquina.
No pretendo hacer ninguna comparativa, puesto que mi equipo principal es eso, mi equipo principal y nada lo va a sustituir pero hay que reconocer que el enfoque de esta pequeña cámara es superior al de mi equipo principal.
Mientras descubro todas sus funciones os dejo algunas fotos tomadas con ella:



Mientras puedo volver a salir a fotografiar más «en serio» al menos tengo esta pequeña compañera para no perder «el ojo» fotográfico.