Canuto de la Utrera I

Es un primer contacto en toda regla. Porque no sólo ha sido la primera vez que visito este sitio, sino que ha sido la primera vez que salgo solo.

No es habitual que vaya solo a fotografiar y más a la montaña, por eso decidí ir a un sitio más o menos transitado para sentir, en cierta manera, ese pequeño punto de tranquilidad.

Llevaba tiempo con ganas de fotografiar los baños de la Hedionda pero quería hacerlo con más cantidad de agua de la que suele tener.

Fotografiar esos pequeños saltos de agua con ese color tan especial se me antojaba una buena idea… Pues no.

El agua hacia subido de nivel, sí pero ello había tenido varias consecuencias. La primera es que el agua estaba más limpia y no tenía su color característico y la segunda es que no había manera de pasar por el cauce para obtener la imagen que tenía en mi cabeza.

En ese aspecto desistí, pero me puse a cambiar por los alrededores hasta que vi algo que me llamó la atención.

La primera es especial. Un árbol sobre un lecho de roca.

Estuve un buen rato mirando el cauce del río, revisando caminos alrededor, pero no llevaba nada de agua.

Así que me puse a observar el entorno. Ya que había conseguido salir de mi zona de confort, no podía dejar pasar la oportunidad.

Primero el árbol que os he puesto un par de párrafos más arriba, después:

A contraluz.

Continúe el camino hasta el Molino de las Ánimas pero gracias a las lluvias de estos últimos días estaba todo tan frondoso que me fue prácticamente imposible acceder a él.

Continué el camino principal hasta que pude ver un pequeño sendero que seguía el borde del río Manilva.

Continué varios cientos de metros más, pero al ver que el río cada vez tenía menos agua decidí darme la vuelta.

No merecía la pena continuar.


En este punto de mi pequeña aventura me vine un poco abajo. Haber hecho el esfuerzo de salir a fotografiar el agua de los ríos en movimiento y volver a casa sin nada, me dejó un poco tocado.

Me dije a mí mismo que al menos había sido capaz de salir de casa y que había podido fotografiar un par de árboles. Estaba buscando consuelo en mí mismo.

Así que después de una pequeña vuelta más a los baños de la Hedionda por si era capaz de sacar algo más, decidí de que había llegado el momento de finalizar mi aventura.

Así de frondoso estaba todo. Tomada con el Oneplus 9.

Casi llegando al aparcamiento vi el cartel de información del Canuto de la Utrera y de su recorrido. Pensé, otro día que venga por aquí tengo que hacerlo porque se que le llaman el «Torcalillo».

En ese momento me dije… ¿Y por qué no le echo un pequeño vistazo ahora?.


Solo un vistazo, nada de hacer locuras. Llevaba recorridos 4 kilómetros y como llevaba bastante tiempo sin salir comenzaba a estar un poco cansado.

Pero sólo entrar a la ruta, las piedras ya te indicaban que tenía buena pinta:

Mientras tomaba esta foto, escuché voces que bajaban por el sendero. Aproveché para preguntar a un muchacho cómo era el camino y me explicó (¡hasta con fotos!) lo que me iba a encontrar. Le estoy muy agradecido por haber sido tan amable y haberme explicado con pleno detalle por dónde tenía que ir.

Seguí el camino y justo al dar la vuelta a la primera curva:

Queda claro por qué lo llaman «El Torcalillo»

Me insufló ánimo y energías ver esta pared gigantesca de rocas. Es como si hubiese vuelto a empezar la ruta.

Seguí avanzando y la temperatura comenzó a disminuir. La humedad aumentaba y el paisaje cambiaba todavía más:

Me encanta el detalle del árbol con las hojas amarillas en primer plano. En cuanto lo vi supe que tenía que agregarlo a la imagen.

Y unos metros más adelante:

Ahora sí que parecía el Torcal.

Me quedé completamente sorprendido. Lo primero que pensé fue que tenía que volver más temprano otro día para fotografiarlo con la luz de la mañana.

Seguí un poco más, pero las fuerzas comenzaban a mermar:

Cuando tomé estas últimas fotos las piernas comenzaron a decirme que habían tenido suficiente y que tenían que descansar así que les hice caso y guardé todas las cosas en la mochila.

Bebí agua, revisé que estaba todo completamente cerrado y comencé el camino de vuelta al coche.

No paraba de decirme que tenía que volver a este sitio para completar la ruta y sacar todo el partido de ella.

Me gustaba mucho y sobretodo me di cuenta de que me había olvidado que estaba completamente solo. Había desconectado y me había concentrado en fotografiar.

Por cierto, de vuelta al coche tomé algunas fotos más:

Sin duda alguna volveré para terminar esta ruta. Me encantó poder salir a fotografiar después de haber estado un tiempo un poco más «parado».

Pero lo que más me animó fue verme capaz de hacerlo por mí mismo. Es algo que te recarga tu barra de energía.


Os dejo un par de fotos que hice en los Baños de la Hedionda cuando llegué: